Ceuta, 24 de mayo de 2024.
Tal y como estaba previsto, el cielo está plomizo. El viento de levante ha empujado hasta Ceuta un gran volumen de grisáceas nubes y una fina niebla que cubre la fortaleza del Hacho. Esta niebla condensa los haces de luces del faro, que hoy resulta especialmente útil para los barcos que atraviesan el Estrecho de Gibraltar y se aproximan a las costas de Ceuta.
Cuando me asomo a los acantilados del Hacho distingo a un conejo que aprovecha la niebla para pasar desapercibido. No obstante, las gaviotas le acosan y busca refugio entre los arbustos.
Mar y cielo ofrecen una amplia gama de grises que, en determinadas franjas, borran la lína del horizonte. A pesar de esta circunstancia se adivina el lugar del alba.