JOSÉ MANUEL PÉREZ RIVERA, ARQUEÓLOGO Y ESCRITOR

Mi trayectoria literaria es bastante singular. Debido a mi profesión de arqueólogo casi todos mis primeros escritos fueron de tipo científico o divulgativo. A partir de mi implicación en la defensa del patrimonio natural y cultural empecé a frecuentar otro tipo de lecturas, y también a practicar otro tipo de escrituras. Un hecho importante en el cambio de mi trayectoria personal fue el hallazgo de los libros de Lewis Mumford. Este autor me abrió las puertas a un territorio desconocido para mí poblado de increíbles autores y de ignotas líneas de pensamiento. Para difundir las ideas de Mumford cree mi primer blog: “la renovación de la vida”. Este era el título de una serie de libros escritos por Mumford durante una parte importante de su carrera intelectual. En un momento determinado volví a los trabajos del maestro de Mumford, el escocés Patrick Geddes. Encontré en Geddes una visión más práctica del pensamiento y me sentí fascinado por sus máquinas pensantes. Leí una y otra vez su libro “Ciudades en evolución” y estudié con detenimiento su diagrama de la espiral de la vida. A partir de este estudio desarrollé el contenido de un proyecto educativo que bauticé con el nombre de “Escuela de la Vida”. Para dar a conocer los planteamientos de mi modelo educativo, basado en las ideas de Geddes, monté mi segunda y hasta ahora definitiva página web (www.elsignificadodelavida.com). Más adelante me surgió la posibilidad de dar clases en el Master de Educación Secundaria impartida en la Facultad de Humanidades de Ceuta. Me dieron carta blanca para desarrollar el contenido de la asignatura, así que apliqué la metodología de la escuela de la vida al caso de Ceuta. El resultado final de estos estudios sobre las ideas de Patrick Geddes está plasmado en mi primer libro: “La espiral de la vida. El camino hacia la Vida Buena”.

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Mis estudios de la espiral de la vida, junto a mi militancia activa en la defensa del medio ambiente, así como la lectura de autores importantes para mí como Henry David Thoreau o Walt Whitman, me llevaron a salir a la naturaleza ceutí para escribir. Esto sucedió a finales de septiembre del año 2014. Mis libretas empezaron a llenarse de relatos escritos en pleno contacto con la naturaleza. A principios del año 2015 estuve durante un mes encerrado en mi estudio escribiendo sobre el espíritu de Ceuta, surgió de este modo el germen del libro “El espíritu de Ceuta”. Paralelamente continué con mis salidas al campo y mis escritos en la naturaleza dando lugar a un tercer libro “Arqueología del alma”.

En la primavera del año 2015 sucedió un hecho crucial en mi trayectoria profesional y espiritual. Me encargaron terminar una intervención arqueológica en una parcela cercana a los baños árabes. Y allí me sucedió algo realmente sorprendente: encontré la confirmación arqueológica a mis intuiciones sobre el espíritu y el significado profundo de Ceuta. Gracias a estos hallazgos, y a otros que han venido después, he podido terminar, no hace mucho, el libro “el espíritu de Ceuta”. Los estudios de los hallazgos arqueológicos están ahora en fase de redacción final y darán lugar a varias publicaciones de carácter científico.

A principios del año 2016 decidí prepararme las oposiciones para profesorado de educación secundaria. Esto supuso restringir mis salidas a la naturaleza. No obstante, seguí escribiendo en mis ratos libres y en alguna ocasión puntual en la que salí a la naturaleza para despejarme. Coincidió  que en estos meses me surgió la posibilidad de dirigir una intervención arqueológica en el centro urbano de Ceuta, cuyo resultado fue el hallazgo de un horno metalúrgico de época altomedieval. Este descubrimiento me abrió nuevas líneas de investigación y conocimiento sobre el espíritu de Ceuta y su relación con la alquimia. A nivel astronómico hubo un cambio de ciclo importante, como fue la desaparición de Venus en mis amaneceres. Este acontecimiento, unido al hallazgo del horno, relacionado mitológicamente con Vulcano, el marido de Venus, me llevó a titular los relatos escritos en esta primera parte  del año 2016 bajo el nombre “Entre Venus y Vulcano. Crónica de un cambio de ciclo personal.

Concluido los meses de preparación de las oposiciones retomé mis escritos en la naturaleza. Todos ellos están recogidos en el libro “Regreso a la naturaleza”. El día 12 de julio de 2016, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Henry David Thoreau,  lleve a cabo un proyecto largamente anhelado: pasar un día completo, desde el amanecer al atardecer, recorriendo la geografía ceutí. Este fue un proyecto ideado por Walt Whitman en la etapa final de su vida, pero que no pudo realizar debido a su débil estado de salud. Pensé y acometí este proyecto como un peregrinaje íntimo y místico por Ceuta. Dividí el día en cuatro etapas, primavera, verano, otoño e invierno, siguiendo un recorrido que había organizado previamente de manera minuciosa. En mi camino iba entrando y saliendo de manera continua en mi mundo de adentro y mi mundo de afuera, describiendo lo que veía y recordando distintos aspectos de mi vida. He titulado a este libro “El día de mi vida”.

Con estos seis libros termina una etapa importante de mi vida. Han sido tres años colmados de experiencias sensitivas y emotivas mis gratificantes e intensas. Mi pensamiento ha alcanzado elevadas cotas de emoción espiritual y reafirmación en mis principios éticos y morales, imprescindibles para continuar en mi lucha por la defensa del patrimonio cultural y natural de Ceuta.

En el plano intelectual creo hablar logrado una síntesis enriquecedora de las ideas de autores que han sido fundamentales para mí como Lewis Mumford o Patrick Geddes. Mi filosofía personal está expuesta en la mencionada obra “La espiral de la vida”.  Similar síntesis he intentado alcanzar respecto al genius loci o espíritu de Ceuta, expuesto en libro del mismo nombre. En cuanto al plano imaginativo e íntimo los libros “Arqueología del alma”, “Entre Venus y Vulcano”, “El día de mi vida” y “Regreso a la naturaleza” expresan en palabras lo que soy y el motivo de mi existencia. Se trata, pues, en el caso de estos últimos libros, de una síntesis personal de mi manera de percibir, pensar y actuar en sociedad.

La escritura de esta serie de libros no han surgido con una motivación expresa, más bien  son el resultado de un necesidad que nace de fuentes muy profundas que todavía no he conseguido identificar y localizar. Las palabras han caído de una alta cascada hasta quedar cristalizadas en mis escritos y relatos. Como el agua de un manantial de montaña son palabras limpias y transparentes que fluyen sin un propósito expreso por su cauce hasta mezclarse con las infinitas aguas del ancho mar de la eternidad. Puede que nadie las bebas y pasen sin pena ni gloria en su trayectoria. La única utilidad de estas palabras líquidas, que han brotado de mi interior, es refrescar y expandir el alma de quienes la lean. La superficie de este río de palabras es como un espejo plateado que en ningún momento me han llevado a sentir lo mismo que el desdichado narciso. No es la vanidad ni el propósito de reconocimiento lo que me ha movido a escribir. Este espejo sirve para que otras personas puedan reflejarse en él y descubrir su verdadero rostro y la grandeza de su alma. Verán, si se fijan, que no existe distinción entre la realidad exterior y la interior y que nuestra vida es tan efímera con el reflejo en el espejo. Por este motivo merece la pena hacer el esfuerzo de cristalizar en páginas de papel las experiencias, los pensamientos y los hechos realizados en vida.

Como dijo Henry David Thoreau, en una de sus últimas cartas, “la naturaleza es bondad cristalizada”. Yo he contemplado esta bondad en la tierra de Ceuta, en su cielo, en su firmamento nocturno, en sus arroyos y en el mar que a veces la abraza y otras le golpea. He sentido como el espíritu de Ceuta penetra por los poros de mi piel para colmarme de su sabiduría y belleza. La naturaleza se ha servido de mí para comunicarse con todas las personas que han querido escucharla. El mensaje ha sido el mismo que recibieron otros autores a los que admiro y me han ayudado en esta aventura, como Emerson, Thoreau y Whitman. Este mensaje dice que la naturaleza es una fuente imprescindible para la salud  física y psíquica, para el crecimiento espiritual y la inspiración intelectual y artística. La felicidad procede de la naturaleza, en concreto de las experiencias significativas que nos aporta. Llega un momento en que estas experiencias se acumulan en tu interior hasta alcanzar un punto de saturación que te conduce a un estado de gracia permanente. Tus ojos adquieren una chispa que es fácil de reconocer por los iguales. Tus sentidos, en general, se despiertan para percibir sensaciones sutiles hasta entonces inapreciables. Tu mente se expande para volar, sin moverte de la posición en la que te encuentras, para abarcar la totalidad. Vuelas entre las estrellas y planetas con las únicas alas de la imaginación. Lo haces sin miedo, con la confianza que te aporta el convencimiento de que eres un ser divino, coparticipe y cocreador del cosmos.

El tiempo y el espacio se expanden en el aludido estado de gracia. Alcanzas una altura espiritual que te hace ver los acontecimientos económicos, políticos y sociales desde una perspectiva distinta. Incluso los hechos de tu vida adquiere una nueva dimensión. Todo tiene un nuevo significado y lo que antes considerabas meras casualidades pasan a ser signos evidentes de sincronicidades que te convencen de la existencia de fuerzas profundas que marcan tu destino personal y el de la humanidad en su conjunto. Este plan divino es comunicado a los hombres y mujeres por medio del conocimiento intuitivo. No tienes más que confiar en tu voz interior para saber en cada momento lo que tienes que decir y hacer. Yo he hecho lo que tenía que hacer escribiendo estos libros. Lo que sea de ellos no me compete a mí.